Tanto mi mujer como yo ya tenemos una edad, pero lo que seguimos conservando intacto es nuestras ganas de sexo. Por eso cuando nos metimos en la cama, no pudimos controlarnos y nos pusimos a follar como conejos. La verdad es que no sentimos nada de envidia de parejas más jóvenes, ya que cuando hay que emplearse a fondo, tanto ella como yo demostramos conservar mucha energía.