Tengo un marido que le va de lujo en su trabajo, aunque pasa largos periodos fuera de casa por negocios. Cuando me quedo sola en casa, muchas veces acabó insatisfecha y deseando que vuelva, para disfrutar del sexo salvaje que tanto me gusta. Pero mientras tanto, me entretengo con uno de mis dildos y con mis propios dedos, jugando con mis melones y masturbándome hasta gemir como una perra en celo.