La gente piensa que con los años se pierden las ganas de follar, pero en mi caso y en el de mi marido no ocurre. Aun tenemos mucha energía y cuando lo vi llegar a casa, le pedí que me follase el culito como a mi me gusta. Le recibí con las tetas al aire y no tardé en ponerle cachondo, chupándole la pola y dejándola lista para mi ojete. Luego fuimos a la cama y madre mía… que gustazo!! Y es que se empleó a fondo en darme por detrás y acabé más que satisfecha con la enculada que me metió.