Iba a una fiesta con unas amigas y por el camino pude notar como el taxista intentaba mirar por debajo de mi falda. Empezamos a charlar y le confesé que aun era virgen, algo que le puso aun más cachondo si cabe. Bromeó con la idea de desvirgarme, pero al final no me pareció tan mal plan y le pedí que parase un momento. Acabó en el asiento trasero a mi lado y finalmente, estrenó mi coño con una follada brutal que me dejó chorreando de gusto.