Aun andaba un poco dormido y por eso, fui a la cocina para tomarme un café y espabilarme de una vez. Pero cuando aparecí por allí, me topé con mi madrastra francesa y mis ojos se fueron hacia su culazo. La señora siempre me había dado mucho morbo y tras un poco de flirteo, acabó a cuatro patas pidiéndome que se la metiese a cuatro patas y guardase el secreto. Le seguí la corriente y terminamos follando, dándole duro y soltando toda mi lefa sobre sus nalgas para acabar.