De vez en cuando me gusta pasar por el hospital y hacerme un chequeo, para ver que está todo bien. Pero cuando me quedé sola con mi médico, sentí la necesidad de golfear un poco con él. Acabé en ropa interior tumbada en la cama, dejando que me examinase a fondo y sintiendo sus dedos sobre mi coño. Los dos acabamos tan cachondos que al final, terminé abierta de piernas y follándomelo en el hospital, hasta recibir su lefa en mi boca y salir de allí con su visto bueno.