Muchas veces las jornadas en el trabajo son aburridas y una mañana, empecé a juguetear con una de mis compañeras, rozando nuestros pies bajo la mesa. De repente ella los puso encima del escritorio y yo no pude contenerme, hasta chupar sus dedos y ponerla muy cachonda. Nos desnudamos y continuamos disfrutando de nuestro fetiche, hasta comernos también los coños y terminar muy calientes, rezando para que nuestro jefe no nos pillase.