Tuve una tarde muy romántica con mi novia y acabamos en la playa dando un paseo y esperando a que atardeciese. Estaba siendo un momento perfecto, aunque mejoró en cuanto la muy golfa se puso de rodilla y comenzó a chupar mi polla. No esperaba que fuese a hacerlo ni mucho menos con el riesgo de que nos viesen, pero fue una gozada tenerla sacando brillo a mi verga y sobre todo relamiéndose en cuanto me corrí en toda su boca.