Se supone que era un amigo de su mujer Jennifer White, pero lo cierto es que el tipo que había ido a casa era una fantasía propia de la morena. Parece ser que su esposa deseaba probar otro rabo y al final, no tuvo más remedio que dejar que lo hiciese, ya que su prioridad es que ella disfrute y mucho. Así que delante de sus narices, se come un rabo bien gordo y acaba gimiendo con el polvazo que le mete a su mujer y que sin duda la chica disfrutó como nunca.