Algún día mis vaqueros iban a reventar, ya que con el culazo que gasto era evidente que terminarían rompiéndose. Pero si encima mi novio pone de su parte y los acaba rasgando, pues más fácil todavía. Tras dejar mis nalgas al aire, acabó cachondísimo y yo respondí montando sobre su polla, hasta terminar en el suelo a cuatro patas dejando que me embistiese y gozando con esa follada casera tan rica.